Creo que, en estos tiempos de velocidad y consumismo, todo se vende como rápido, fácil: un cursito y ya estás ganando miles. Una gran mentira, obviamente.
El esfuerzo y la lucha de antes se dio por terminado y es de viejos. Ahora, lo hacemos sin desgaste ni drama.
Nos fuimos al otro extremo. No hay que aguantar nada, no hay que aplicarse en nada.
El resultado son relaciones y trabajos “líquidos”, que no se sostienen, fugaces, sin dimensión.
Mi idea es que estamos en tiempos de transición, de turbulencia, porque ni lo anterior terminó ni lo nuevo se asentó.
Por ello, vemos los extremos debatiéndose. Está en cada uno en qué contribuye…