Los monstruos que genera la incertidumbre (y cómo manejarlo)

La mente tiene su poder, es innegable, pero es totalmente desperdiciado por la forma en la que pensamos.  Cuando aprendemos a ponerla en su lugar, a ser un instrumento al servicio del Ser, a manejarla para nuestro beneficio, todo se transforma.

 

Cuando la mente no tiene toda la información que necesita, la suplanta con suposiciones, sean propias o de otros, sesgándolas para que encajen con la “realidad” que conoce o que le conviene.  No contenta con esto, busca culpables para sentirse mejor.  En lugar de admitir que vive en la ignorancia y la incertidumbre, maneja el poco conocimiento que posee para sentirse segura e invulnerable.

 

Esto es muy común en esta pandemia.  No importa de qué lado estén, muchos  están convencidos de que saben lo que sucede, quiénes lo provocaron y/o están aprovechándose de ello, cómo salir, etc.  Las teorías no nos hacen sentir mejor, aunque parezca así al principio.  En el fondo, son la máscara reconfortante que cubre los miedos y las dudas. 

 

Kant dijo que la inteligencia de un individuo se puede medir por el volumen de incertidumbre que es capaz de soportar.  No estamos siendo muy inteligentes… ni muy valientes.  Se requiere mucho valor para aceptar la incertidumbre propia de la vida, sin querer cubrirla con la enorme cantidad de supuestas seguridades que la modernidad nos ha regalado ni con una mente capaz de crear certezas donde no las hay.

 

Hacemos eso porque la ansiedad de la mente es inagotable.  Sus miedos disparan escenarios catastróficos y perdemos el tiempo buscando soluciones lógicas que se revelan insuficientes, para continuar una y otra vez, una y otra vez, dándonos la cara contra la pared de la realidad, que presenta una opción que no habíamos  pensado.  ¡Qué contratiempo!  Comencemos nuevamente…

 

 

¿Cómo salir de este círculo vicioso?  Reeducando la mente.  No nos han enseñado cómo manejar esta mente enganchada de cuanto estímulo se presenta, sin filtros ni metas.  Todo es lo mismo.  Al final del día, tanta información de afuera, metamorfoseada por nuestras suposiciones y programas internos, hace que terminemos estresados, lo que a su vez dispara síntomas y enfermedades, enfermando al cuerpo.

 

Y él es la clave.  El cuerpo es el único que está en el aquí y ahora, que nos alerta de peligros reales, que nos permite fluir en nuestro entorno siguiendo su Autoridad Interna (nuestro lugar de decisión verdadero, que no es la mente), que nos conecta con nosotros mismos, lejos de las elucubraciones que teje la mente interminablemente.

 

Ella tiene su poder, es innegable, pero es totalmente desperdiciado por la forma en la que pensamos.  Cuando aprendemos a ponerla en su lugar, a ser un instrumento al servicio del Ser, a manejarla para nuestro beneficio, todo se transforma.  Es hora de hacerlo o terminaremos siendo víctimas de nuestro propia soberbia.  No pospongamos esta tarea crucial por la coyuntura del momento (como siempre hacemos).  Nuestro mejor proyecto somos nosotros mismos, no lo exterior.  Solo así podremos tener un futuro mejor para todos.

 

Para ayudarte en este tema, hoy lanzo el Curso “Las ansiedades de la incertidumbre”, en el que aprenderás a reeducar tu mente, con consejos prácticos y sencillos, además de elaborar los miedos del Centro del Ajna: a la futilidad, a la ignorancia, al caos, a la oscuridad, al desafío y al rechazo.  ¡No te lo pierdas! 

 

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