Acostumbramos alimentar nuestra ansiedad cuando sucede algo y no tenemos una solución inmediata. Nos llenamos de “¿Y si…?”, supuestos generalmente negativos y catastróficos que imposibilitan que vislumbremos la respuesta que necesitamos.
Tenemos que aprender a calmar nuestra mente. En principio, respirando conscientemente, volviendo al cuerpo, sintiendo los pies en la tierra, tomando una actitud positiva (cabeza al frente, pecho abierto, pelvis en su lugar, piernas con las rodillas levemente sueltas). Y soltar los pensamientos, reemplazándolos con una afirmación: “CUANTO MÁS ME CALMO, MÁS RÁPIDO APARECE LA SOLUCIÓN”.
En realidad, nosotros impedimos que ella llegue con tanto despliegue mental y energético. La verdad solo puede aparecer en medio del silencio, en esos instantes en que NO pensamos y surge la respuesta que procede de nuestra Autoridad Interna. Pruébalo, funciona.