¿Qué es aceptación? Salir de la dualidad.

La aceptación es una rendición: “No es como quiero.” Entonces, salimos del mundo de los deseos y la dualidad.

En principio, ¿qué es aceptar? Como tenemos tan internalizado el concepto de luchar, de resistir, de ser fuertes hasta la rigidez, de no rompernos, aceptación suena a derrota, a fracaso, a rendirse, a no poder. También sugiere resignación, conformismo, aguante, sometimiento.

Se piensa que, al aceptar, se pierde eficacia, poder, objetivos, fuerza. Al contrario, se genera un gran dinamismo al reutilizar positivamente la energía que se pierde en luchar y ponerse en contra de uno mismo, de los demás y de la Vida. ACEPTAR significa no clasificar ni juzgar, permitiendo que la Vida se explique por sí misma, en la fe de que lo que pasa tiene un propósito (el mejor), aunque no lo entendamos en el momento.

¿Cómo incorporarla en la vida cotidiana? Dejando de reaccionar, quejarnos, lloriquear, enojarnos, victimizarnos, justificar, explicar, etc. frente a cualquier cosa que no nos guste, que no es como “debería” ser, que no se ajusta a nuestras expectativas, que nos “cae”. Respiremos, centrémonos y preguntemos: “¿para qué es esto?”. Si nos damos cuenta, hagámonos responsables. Si no, igual comprendamos que es parte de la evolución, que nuestra alma lo diseñó para algo y confiemos (la palabrita melliza de aceptación) en que es para nuestro mayor bien y el de todos. Quizás, sea para que aprendamos a decir NO, a salir del sufrimiento, a encontrar nuestro bienestar.

¿Qué resultados obtenemos? Cuando luchamos, negamos o disfrazamos lo que sucede, lo alimentamos, le damos nuestra energía. Así, hacemos que continúe y, peor, que crezca. En lugar de eso, aceptar implica que dejamos de pelearnos o negociar y deponemos las armas. Solo haciendo esto, ya ganamos, volvemos a recuperar nuestra energía y enfoque.

Luego y solo luego, podemos cambiarlo si es eso lo que deseamos. A veces, simplemente la aceptación logra que el tema se disipe. Otras veces, abre la oportunidad para la transformación. Esto funciona si podemos observar la situación desde una nueva perspectiva: “Como lo venía haciendo no funciona. ¿Qué otras posibilidades surgen cuando acepto que así son las cosas, que así soy yo, que así son las personas y circunstancias. En qué puedo cambiar yo, quiénes me pueden ayudar, dónde es posible marcar la diferencia, qué recursos poseo?”.

Un mundo de posibilidades aparece cuando dejamos de enfocarnos en lo mismo y de obstinarnos en hacerlo de una sola forma. Hay muchas y hay respuestas disponibles. El problema es cuando no nos abrimos a recibirlas y creemos que vienen solo de nosotros mismos o de cierta persona o de ciertos lugares. Vienen de cualquier parte: de un libro, de una película, de una conversación al pasar, de un desconocido que nos charla en un tren. Si las deseamos verdaderamente, surgirán en el momento adecuado.

Nuestras metáforas para lograr los cambios es guerrera: la vida es una lucha, debemos tener armas, hay que diseñar estrategias para defender nuestras metas, etc. Así, el mundo es un campo de batalla y nosotros soldaditos inexpertos que salen a pelear contra Goliat. No es así. En realidad, la aceptación es una rendición: “No es como quiero.” Entonces, salimos del mundo de los deseos y la dualidad para que aparezca algo mejor y superador, dejando de reaccionar dualmente. Abrimos nuestra conciencia a encontrar formas pacíficas y amorosas para transformar la realidad. Cuando vibramos alto, la Luz halla el camino y es maravilloso y fácil.

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