Repitiendo errores: ¿memoria o falta de aprendizaje?

Nuevos tiempos, nuevas lecciones...

Es común decir que, si no recordamos el pasado, volveremos a cometer los mismos errores.  Si observamos la humanidad, es bastante fácil darse cuenta de que, a pesar de tanto estudio y reflexión acerca del pasado, seguimos equivocándonos en muchas cosas…

Porque no se trata de la memoria.  No tenemos que recordar cómo hacer las actividades cada mañana, aprendimos a hacerlo y ya es automático.  Llevando eso a otras cosas más importantes: si seguimos tropezando con la misma piedra, ¿es porque no nos acordamos que está ahí?

¿Por qué seguimos repitiendo el error?

Las situaciones se reiteran porque no encontramos el aprendizaje que traen.  La piedra está para enseñarnos algo y no para maldecirla, quejarnos, victimizarnos o rodearla.

Una vez que nos damos cuenta (el momento ¡Aja!: esto es para tal cosa), lo ponemos en práctica poco a poco hasta que se transforma en parte nuestra.  No es necesario repasar todas las veces que nos topamos con la piedra antes, ya el aprendizaje nos constituye, es un fragmento intrínseco de quiénes somos.

Estamos condicionados para usar la memoria para todo, cuando ella no es la solución para casi ninguna.  ¿Te suena extraño?  Es la base de la educación.  Nos llenan de fechas, alturas, anchos, situaciones, hitos históricos, teoremas, lo que sea, para aprender.  ¿Cuántas recuerdas ahora, cuántas te sirven para tu vida?

Comprender, aprender, no recordar.

Soy alguien que jamás pudo asimilar de memoria en la escuela ni en ninguna circunstancia.  No recuerdo números ni párrafos enteros.  Tengo que entender, hacer mi propia síntesis, probar, fallar.  Muchas personas son así, pero se sienten mal porque el sistema los influencia de otra forma.

Rememorar las grandes gestas de la humanidad o cómo se hacían las cosas antes no siempre asegura que sepamos hacerlas ahora.  Sobre todo, porque estamos en tiempos totalmente disruptivos, en los que la tecnología progresa y realiza de formas inesperadas y distintas.

A los jóvenes no les interesa lo que dicen los mayores.  Y está bien.  Ese mundo ya no existe.  Un ejemplo: “Hazlo con el sudor de tu frente, lucha, rómpete el alma”.  ¿A quién le sirve eso?  Al sistema.  Eso no significa que ellos no están siendo manipulados por él, pero tampoco que las viejas máximas sean reales ahora.

Los nuevos tiempos.

Como comenté en otros escritos, la sabiduría de la Tribu y su apoyo para desarrollarnos se acaba.  Lo que era verdad antes, no lo es ahora.  Es un mundo extraño, rápido, superficial, caótico, sin reglas, salvaje (no en el buen sentido).  La cultura que era una base común también se está socavando.  Para los que crecimos acunados por ella, es un mundo sin belleza, sofisticación ni sabiduría.

Solo estando abiertos al aprendizaje constante podremos continuar.  Enseñarles a los niños y adolescentes modelos antiguos de memoria es un pasaporte al fracaso y la frustración.  Sé que esto es sacrilegio para los adultos, pero es el mundo que viene.  Debemos enseñarles a ser quiénes son, a encontrar sus cualidades, así como sus condicionamientos y miedos, a prosperar en situaciones cambiantes.

¿Cuál es su Individuación y cómo usarla para su beneficio, cómo respetar eso, sin querer imponerles paradigmas obsoletos?  Estamos en tiempos de transición, nada es estable, todo es lábil.  Cada uno de nosotros está inmerso en un caos personal y general.  Estar abiertos a lo nuevo, aprendiendo continuamente, sabiendo quiénes somos ayuda en el proceso.  

Hazle la Carta de Diseño Humano a tus hijos, conoce cómo guiarlos: les estarás facilitando el futuro.

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2 comentarios

  1. Fascinante.
    La apertura es un ejercicio indispensable.
    Nos cuestionamos y a veces no nos gustan las respuestas. Seguimos.

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