Charlando con una consultante acerca de la cantidad de días nublados y lluviosos que estamos teniendo, ambas nos regocijamos por la “aparición” del sol finalmente. Y coincidimos en la falla de dar por sentado algo que siempre está. Como es “natural” para nosotros tener días soleados y brillantes, recién nos damos cuenta de su valor cuando no están.
Y nos preguntamos: ¿con cuánto hacemos lo mismo? Te hago la misma propuesta y te sugiero que agradezcas cada cosa presente en tu vida. A veces, justamente, nos las sacan para que las apreciemos… Bendecirlas es la mejor forma de conservarlas.