
Salud mental no se trata de estar “loco” o muy mal. Eso puede ser la última etapa de muchos años de aguantar situaciones de bajo nivel que explotan finalmente.

Hemos normalizado que la vida moderna es estresante, que todos estamos ansiosos y nerviosos, que gran cantidad de personas terminan con ataques de pánico, con depresión, adictos a drogas, sobre todo lícitas (las de los laboratorios comerciales).

La mala alimentación contribuye a ello, porque nos “hacen sentir bien”, pero es contraproducente y dañino. También lo es ver noticieros, estar en las redes sociales, compartir tiempo con gente tóxica, crear escenarios catastróficos en la mente, enredarse con augurios y conspiraciones irreales, engancharse de las manipulaciones sociales y culturales.

Siempre he dicho que, producto de esos manejos, privilegiamos la vida material a la mental y espiritual. Así, cuando llegan los resultados de eso, no tenemos herramientas para enfrentarlos. El sistema nos quiere enfermos, no sanos. Y no solamente físicamente, sino quebrándonos psicológicamente, tomando nuestras almas. Seamos conscientes y cuidémonos.