El hogar como fuente de enfermedades.

El espacio sanador.

Estaba leyendo una nota acerca de estudios sobre cómo las casas pueden ocasionar o agravar enfermedades, no solo físicas sino también mentales.  Me interesó porque en los últimos tres meses me dediqué a cambiar totalmente la mía.

Durante años, tuve filtraciones en mi dormitorio por lluvias.  Finalmente, arreglaron el verdadero motivo y procedieron a reparar el techo y otros temas.  Aproveché y decidí pintar el departamento y cambiar todos los muebles.  Eso me fue llevando a pequeños detalles que también hice componer.  En el medio, se fueron rompiendo cosas y terminé con una casa nueva.

En realidad, fue un llamado interior.  “Sentí” fuertemente que debía deshacerme de todo y estar en un espacio limpio y renovado.  Hacía demasiado tiempo que la casa estaba en el mismo estado, porque soy de cambiar las cosas cuando se rompen (no es muy moderno eso…).

La casa nos influye.

En este estudio, se dieron cuenta de que, después de la pandemia, las personas comenzaron a tomar conciencia de cómo les afectaba el lugar, la luz, el desorden, los muebles, los adornos, el hacinamiento, etc. 

Como comenté en otras entradas, hay una epidemia de salud mental (empeorada después de la pandemia), con depresión, ansiedad y suicidios como temas principales (el suicidio es la segunda causa de muerte en adolescentes en Argentina).  Puede parecer menor este tema, pero contribuye al bienestar general.

Si puedes comprar cosas nuevas, buenísimo.  Busca que expresen quién eres ahora y que se identifiquen con tu forma de vivir.  Pero, no se trata solo de gastar dinero, sino de maximizar lo que tienes. 

Algunas sugerencias:

  • Ordena. 

El mayor caos sucede cuando vives en la desorganización, viendo cómo todo se acumula.  Eso te hace sentir abrumado y cargado.

  • Tira, regala, vende, dona.

Hay muchísimas cosas, ropas, enseres, papeles, que no usas desde hace años.  Algunas ya no sirven para nadie, pero otras pueden ser útiles para los demás.  Saca y/o haz que recirculen.  Te sentirás renovado.

  • Elige con qué te quedarás.

En ese proceso, selecciona qué te trae buenos recuerdos, qué te afirma ahora, cómo deseas vivir a partir de lo que permanecerá.  A veces, guardas objetos que están conectados a malos momentos y es necesario desecharlos.  Conserva lo que te haga feliz.

  • Presta atención a la luz y a los colores.

La luz es fundamental.  La melatonina se produce en la oscuridad.  Si estamos en un lugar oscuro de día, tenderemos a adormilarnos.  Si hay luz a la noche, nos costará conciliar el sueño.  Entonces, es importante que logres estar en espacios bien iluminados durante el día y bien oscurecidos a la noche. 

Los muebles y las cosas claras o neutras también contribuyen a sentirte mejor.  Ciertos colores calman y otros activan.  Si estás en un lugar pequeño, busca que haya uniformidad de un solo color para mejor armonía.

  • Mantén despejado y prolijo.

Cosas simples como tender siempre la cama, no dejar objetos tirados por todos lados, lavar lo que usas en la cocina, higienizar el baño, perfumar los ambientes, tener plantas, hacer espacios entre las cosas (no a la aglomeración) te permite estar más equilibrado y cómodo.


Finalmente, la casa es el segundo hogar, después del cuerpo.  Ellos nos expresan y comunican quiénes somos.  Y, como dijo una diseñadora: “nuestra vivienda nos ayuda a subir el estado de ánimo, a renovarnos, a equilibrarnos, a sanarnos y a demostrar cuánto amor propio nos profesamos”.

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