Creo que una vida sana depende de algunos factores internos y otros externos. Estos últimos son la alimentación, el movimiento, un trabajo que llene el corazón y el bolsillo, una vida elegida y amada. No creo en dogmatismos ni excesos de ningún tipo. Como de todo, tomo un poco de vino, me encanta ir a bares y restaurantes, tomo medicamentos solo si lo considero necesario, hago un poco de ejercicio (soy vaga), ayudo con complementos (magnesio, potasio, vitamina C, melatonina, etc.), agradezco y disfruto cada momento.
Encuentro que hay personas que creen que haciendo cosas externas solucionarán todo, especialmente las enfermedades y la muerte (como si no fuéramos a partir en algún momento). “Lo esencial es invisible a los ojos”, les diría, recordando al Principito. Sólo podemos estar sanos verdaderamente si comprendemos el juego: somos seres espirituales haciendo una experiencia humana. Soltar los condicionamientos que nos han impuesto (la lucha, el sufrimiento, la carencia, la limitación, el miedo, etc.) y liberar el precioso potencial que traemos para aprender, evolucionar, crear, amar… es lo esencial.
Quizás, nos demos cuenta finalmente que la Vida no exige tanto sacrificio y agobio, sino simplemente ser felices. Respira, siente la Tierra sosteniéndote, al Sol iluminándote, aprecia lo bueno de este mundo, acéptate y ámate así como eres: un ser maravilloso.