Mirando películas norteamericanas, siempre me llamó la atención lo fundamental que es para ellos el hecho de decir “I am sorry” (lo siento).
A diferencia de nosotros, los latinos, que vivimos con las excusas y las defensas a flor de labios, ellos no se explican sino que simplemente se lamentan de lo ocurrido. Al principio, no lo entendía. Pensaba: “dile lo que pasó, por qué no pudiste cumplirle, fue un evento de fuerza mayor”. No, era solamente “I´m sorry”.
Con el tiempo, encontré una gran diferencia: nosotros pedimos perdón. Es algo pasivo y que exige un acto del otro que quizás no esté dispuesto a hacer. En el fondo, no decimos que estamos apenados sino que solicitamos que nos dispensen de nuestro error.
Analizando ayer con una consultante, surgió la dificultad que tenemos para enfrentar las situaciones. Tendemos a huir o a justificarnos, pero nos cuesta poner la cara y plantear abiertamente nuestras equivocaciones o nuestras discrepancias, sin enojarnos ni victimizarnos. Tenemos una disposición a los extremos: o nos gritamos o nos callamos. Sería bueno para todos que aprendiéramos a dialogar más, en un ida y vuelta enriquecedor y fructífero.