Ayer, tomé un colectivo y venía lleno, había un solo asiento en sentido contrario a los demás. No me gusta sentarme ahí porque me mareo, pero no quería viajar parada (nunca lo hago, hace mucho que decreté viajar sentada y se cumple).
Me sorprendió que ese mínimo cambio afectase tanto el viaje. Todo se veía diferente. Es más, había lugares que no los reconocía inmediatamente. O me desorientaba adónde estábamos. Muy interesante. ¡Cuantas veces sólo un cambio de visión, el lugar adonde nos paramos para observar nuestra vida, es suficiente para reformularla y apreciarla con nuevos ojos!
2 comentarios
Si se muy bien lo que es viajar en los acientos al revés, un dia venia y en un determinado momento me senti mal y medesmaye cuando volvi en si el colectivo parado todo el mundo alrededor mio abanicandome vino una patruya la ambulancia me bajaron y me subieron el ella la gente decendome lo mejor los medicos me atendieron de maravilla un vecino me vino a buscar y me trajo a casa de algo que podria ser tan malo me dejo un saldo gente marabilloso
¡Qué interesante, Ernesto! Por alguna razón, la experiencia te conectó con un mundo amable. A veces, necesitamos pasar por algo “malo” para comprender algo “bueno” que no percibíamos. Gracias por tu comentario. Un abrazo.