En el cumpleaños de una amiga, todas mujeres, se comenzó a charlar sobre cómo había disminuido la cantidad de gente en el entorno. Además de la partida de algunos, por distintos motivos, la mayoría había sido por elección.
Comentaban que ya no se sentían cómodas con ciertas personas, sea porque eran quejosas, envidiosas, mezquinas, fastidiosas, egoístas… lo normal, bah! (mejor un poco de humor).
El “mérito” de tolerar.
El tema era que esos defectos, comunes a todos, se habían convertido en algo exagerado que impedía la tolerancia, que llenaba el aire de pesadez, y que hacía difícil la convivencia, luego de años de soportarlos.
Y aquí estaba el motivo: ya no tenían paciencia ni ganas de soportar. Décadas de aguantar habían hecho mella y querían una vida más tranquila, en la cual compartir y disfrutar desde la empatía, la afinidad, la amabilidad.
Venía observando esto desde hacía bastante y lo celebro. Yo no aguanto casi nada. No tengo energía para desperdiciarla en lo que no me va ni me gusta. Me he ido de trabajos y relaciones rápidamente y no entendía porqué otros se quedaban.
¿Para qué utilizas tu energía?
Una de las razones es justamente la energía. La mayoría la tiene (y la renueva cada día) para resistir gente y situaciones durante largo tiempo, jactándose de ello. El sistema lo propicia y lo premia.
En otras circunstancias, se darían cuenta de que no deben desperdiciar vida, tiempo y energía en cosas que los dañan y menoscaban, pero, cuando está recompensado desde lo cultural y religioso, se transforma en algo bueno y meritorio.
Siendo Proyectora y rebelde, jamás entendí esto. Necesito comodidad y armonía, soy selectiva, busco aprender y guiar desde la facilidad y la esencia, así que eso decanta amistades, pacientes y entorno. Cuando uno emana cierta vibración, termina atrayendo lo parecido.
Sufrir para aprender.
¿Y lo del aprendizaje a través de las dificultades? En principio, eso está sobrevalorado y es parte del condicionamiento de sufrir para lograr algo que merezca la pena. Además, la vida actual ya es suficientemente agotadora como para pedir más contrariedades, ¿no te parece?
Por otro lado, cualquier relación es complicada. Aun con las personas o trabajos o lo que sea que ames, igual tendrás conflictos. Porque esta es una dualidad y habrá de todo entre medio. Si la quieres más dolorosa todavía, es tu decisión.
Busca la armonía.
Como mis amigas son mayores e inteligentes, han comprendido esto. Y se tratan de rodear de quienes tengan valores y formas parecidas, con quienes pasarla bien y compartir reflexiones y experiencias desde la suavidad, no desde la dureza (si eres más joven, aprovecha el consejo).
Los genes, que nos han manejado durante siglos, buscan lo diferente, porque enriquece el acervo, pero ahora ya no necesitamos eso (nadie). Buscamos lo similar, ahí está la verdadera sabiduría.