Ser Terapeuta

Cada persona que llega a mi Consultorio me espeja y me modifica tanto como yo a ella.

Una persona que no se identificó escribió en un comentario: “te acabo de descubrir y me gusta lo que leí. Son cuestiones de la vida muy elementales pero tratadas desde el fácil entendimiento, reflexión e interiorización”. Te agradezco muchísimo tus palabras y también el hecho de que te hayas dado cuenta de que es fácil de comprender. Siempre me hartó leer largas digresiones complicadas acerca de los temas fundamentales de la vida. Todo puede ser formulado desde la sencillez y el buen decir. Una paciente me alabó como una buena “escribidora”, algo que es difícil en estos tiempos, según ella.

El otro tema es hacerlo desde la vivencia personal. Como Terapeuta, encuentro a veces dificultades con pacientes que se han atendido con psicólogos ortodoxos porque cuento mis experiencias y trato de una manera informal y cercana. Pienso que vivimos tiempos especiales, en los que estamos abriendo caminos de formas muy novedosas. Y  cuando digo “estamos” es literal. Si bien estudié mucho y leí más, sostengo que ahora la cuestión esencial es hablar desde uno, desde lo que fue construyendo con lo teórico, revelando las herramientas que fue encontrando para que cada consultante halle su propio sendero. Si un terapeuta no logró poner en práctica lo que cree, si mayormente “recita” lo que leyó, si no puede avalarlo con su experiencia, no podrá llevar a sus pacientes hacia el siguiente nivel, porque tendrá miedo de lo que eso significa para su propio mundo. Esto es todavía más cierto cuando estamos introduciendo nuevos paradigmas, porque somos pioneros y, como tales, ponemos el cuerpo y la vida en ello.
terapeuta paciente

Muchos temen iniciar una terapia porque piensan que van a sufrir mucho. No se dan cuenta de que sufren enormemente más continuando con su acostumbrado dolor cotidiano. Además, creo firmemente en una terapia que, justamente, no sea un martirio. Habrá lógicos momentos de dolor, pero pueden ser liberados rápidamente. Como vivimos lo que nos ha sucedido con pesadumbre y angustia (nuestro Niño Interior la ha pasado mal y recrea las mismas situaciones y actitudes),  pensamos que así será la terapia. Muchos se sorprenden (y ofenden, a veces) cuando tomo los temas con ligereza y sentido del humor. El dramatizar las circunstancias las fija y las hace más pesadas, como piedras que llevamos incrustadas al cuerpo. Se dice que, cuando podemos reírnos de lo que nos pasó, estamos sanados. Es cierto.

Cada persona que llega al Consultorio o hace sesiones por Skype, me espeja y me modifica tanto como yo a ella. No hay objetividad ni asepsia. “Todos somos Uno” es más que una linda frase: es una Verdad. Honro esta realidad siendo lo más honesta e íntegra posible (con mis propias limitaciones, como todo ser que sigue aprendiendo y evolucionando).

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