Para completar la semana con algunas nociones de Bioenergética (método de Alexander Lowen), voy a enumerar los significados funcionales del cuerpo:
Sentidos (ver, oír, hablar): su uso nos conduce al control y contacto sobre el entorno; sus alteraciones se relacionan frecuentemente con autismo, amenaza, desconfianza y actitudes paranoides.
Piernas y Pies: Soporte, estabilidad, movimiento. Contacto con la tierra, la realidad. Nos permiten mantenernos erguidos, con lo que supone esto en nuestra carga filogénetica de cara a la relación social, de poder y dominio. Nos permiten el movimiento y la autonomía personal. Su disfuncionalidades apuntan a insatisfacciones en las áreas mencionadas.
Pelvis: Micción y defecación relacionan su incapacidad con dependencias infantiles vergonzosas. Temor al descontrol o a la dependencia.
Genitales: Incapacidad sexual y de placer genital, privándonos no sólo de este último sino afectando también a la intimidad y calor afectivo de la relación sexual.
Pecho: Con él y los brazos, abrazamos, entramos en contacto más afectivo con los demás: En él, percibimos sentimientos y emociones, ternura, pena, melancolía y vitalidad; su rigidez las difumina.
Corazón: Simbolizamos nuestros sentimientos respecto a la vida y el temor a la muerte. Función: Liberación de energía, homeostasis biológica y psicológica.
Espalda: Somatizamos y acusamos la tensión por la obligación o responsabilidad. De sus músculos arranca la fuerza de la agresividad y la voluntad. Su discapacidad puede hacernos sentir débiles y muy incapaces.
Brazos: Abrazos, contacto social, manejo de la realidad y la herramienta del golpe violento.
Manos: Utilizar herramientas, hacer cosas, acariciar. Su torpeza apunta hacia sentimientos de inutilidad.
Cuello: Control de lo que pasa a nuestro alrededor y sobre nosotros mismos (mareos).
Cara: Identidad, autoimagen, autoestima.
Cabeza: Control personal, raciocinio.