El lunes, mencioné la carrera de Terapia de Integración Cuerpo-Mente. Entré en ella por motivos personales, no profesionales, ya que comprendí los obstáculos corporales que tenía pendiente y quería trabajarlos con maestros en lo suyo. No sólo encontré la solución a esos temas, sino también personas maravillosas y cálidas, tanto en mis compañeros como en los profesores. En tercer año, estaba en una grave crisis acerca de mi trabajo. No quería seguir en lo mismo y no sabía por dónde canalizar mi vocación. Le pedí a Dios que me dijera qué hacer, porque yo me daba por vencida, probando tantas cosas. Finalmente, vino la respuesta: “¿No te das cuenta de que estás en el camino, que este estudio es lo que debes hacer”? ¡La dificultad de ver lo obvio!
Chía Rodríguez fue mi maestra, mi inspiración y mi inicio en esta amorosa labor. Mi enorme agradecimiento a ella y a Roby Liaskovsky. Estas son fotos de los tres años (en la última, en la graduación, estamos con amigos y familiares). ¿Me reconoces? (una pista: mi cabello fue creciendo en volumen con los años, jaja!!).