¿Decides con tu mente? ¡Peligroso error!

¿Te ha pasado que tu cuerpo grita que vayas en una dirección y tu mente te llena de dudas, excusas y temores? ¡Hazle caso a tu Autoridad Interna!

Cuando trabajo con una Carta de Diseño Humano, una de las cosas que más me interesa explicar es el proceso de toma de decisiones.  Creemos que la mente es el lugar en el que debemos hacerlo pero, afortunadamente, no es así.

Nuestra sociedad está obsesionada con la mente, a la que considera lo máximo, la causa de todo y la solución de los problemas, cuando es al contrario.  En principio, la mente opera en una frecuencia atada al tiempo lineal: pasado, presente y futuro. Esto significa que, si tomas una decisión con la mente, vivirás con ella en tu conciencia para el resto de la vida, debido a que la mente te permitirá regresar en cualquier instante a esa circunstancia en la que tomaste la decisión.  Por ejemplo, hace diez años tuviste que resolver sobre hacer algo y concluiste negativamente.  Hoy, tu cabeza te lleva de regreso hostigándote con interrogantes acerca de qué hubiera pasado si lo hubieras realizado, dónde estarías, qué hubieras ganado y perdido, etc.  Una verdadera tortura…

Esto lleva a la segunda razón por la que la mente no es idónea: procesa información supeditada a la dualidad.  Ante una decisión, enseguida considera los aspectos negativos y positivos y construye dos argumentos idénticos que son opuestos: uno dice que la opción es mala y otro establece que la opción es buena.  Por ello, la mente solamente resalta los dos lados de cualquier cosa (o los muchos lados): esto es razonar.  Antes de que suceda algo, nos llevamos a través de la dualidad: Sí o No.  Después de que algo sucede, tenemos montones de razones (excusas, justificaciones) que construimos a partir de ese Sí o No.

La mente es un Centro de Conciencia.  Está ahí para comunicar la esencia de lo que significa ser humano.  Solo puedes fiarte de tu mente (definida o no) como un valor para los demás, ya que es un instrumento para que te comuniques, descubras por ti mismo lo que has experimentado, asientes una perspectiva, reflexiones sobre los dos lados de algo, investigues.  La mente no está capacitada para dejarse llevar, quiere dirigirte siempre, se mantiene constantemente ocupada hasta que reconoces que no tiene ninguna autoridad real sobre tu vida.

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Entonces, ¿cuál es la Autoridad Interna?  Dependiendo de las definiciones de cada uno, hay una Jerarquía:

  1. Autoridad Emocional | Plexo Solar definido.
  2. Autoridad Sacral | Sacral definido.
  3. Autoridad Esplénica | Bazo definido.
  4. Autoridad del Ego | Ego definido.
  5. Autoridad Proyectada del Ser | Centro G definido
  6. Autoridad del Entorno o Sin Autoridad Interna
  7. Autoridad Lunar | Ciclo Lunar

La mayoría de ellas están comunicadas, se sienten en el cuerpo.  A diferencia de la mente, que opera en el tiempo, el cuerpo está en el aquí y ahora.  Sea que esté registrando la Ola emocional, que decodifique los sonidos del Sacral, que perciba el instinto del Bazo, que sienta la conexión del Centro G, como sea, el cuerpo es el único lugar confiable desde donde decidir.  Es como un Contador Geiger, como una varita rabdomante, mágica para encontrar lo que necesitamos.  ¿Cuándo es realmente peligroso no seguir ese mensaje?  Cuando todo nuestro cuerpo grita que debemos seguir un determinado camino… y no lo hacemos porque nuestra mente nos llena de dudas, temores, excusas, etc.

En estos tiempos en que se están cayendo muchas estructuras (internas y externas), en que debemos liberar ideas preconcebidas del pasado (sin saber todavía que traerá el futuro), en que tres áreas están fuertemente cuestionadas y cambiando (salud, finanzas, relaciones), el cuerpo nos puede llevar a lo verdadero para nosotros.

¿Te acerca o te rechaza?  ¿Te anima o te deprime?  ¿Te enciende o te sofoca?  ¿Quieres estar o irte?  ¿Hay energía circulando, hay movimiento o está estancado o muerto?  Aunque te resulte extraño o disparatado, aunque te atemorice y te movilice, desapégate de tu mente y escucha las señales de tu cuerpo.  No estás acostumbrado, porque el parloteo es incesante y ensordecedor pero respira, siente, habita este instante, disfruta tu presencia, percibe el entorno, ama la conexión.

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