Me llaman la atención las personas adultas que adoptan filosofías, ideas o cultos intransigentes porque les prometen la salvación y, lo más importante, seguridad. No importa el tema, siempre tienen una respuesta rígida y certera, que termina con cualquier cuestionamiento. Todos buscan el fin de la incertidumbre y del miedo y, con ello, del misterio.
Como yo estoy llena de dudas (son el aire que respiro), pareciera que estoy en las antípodas y que sufriría el martirio del temor y la inestabilidad pero no es así. Me gusta eso: le da pasto a mi mente siempre hambrienta. Pero también sé que las respuestas no están ahí. Vivo en la confianza.