Este arquetipo es muy común en personas dedicadas a ayudar a los demás, sobre todo en distintas profesiones (como terapeutas, por ejemplo). Tiene su origen en el hecho de que quien sana también tiene una herida que sanar. En esa empatía con el otro, encuentra su propia sanación.
Los demás nos reflejan nuestras sombras y nuestras heridas. Es muy potente este mecanismo y muchos no lo resisten. Se colocan en el lugar del “ayudador” y se aíslan del dolor propio y ajeno o, por el contrario, lo sobreactúan sin hallar la solución. De esta forma, en realidad no ayudan ni se ayudan; eternizan las heridas y niegan las sombras, en una falsa (e inconsciente generalmente) idealización de la luz y la sanación que realmente no ocurre.
En los ámbitos espirituales, es moneda corriente. En tiempos en los que cada uno debe responsabilizarse de su propia vida, saliendo del arquetipo de la Víctima, este mecanismo puede ser muy dañino. Si existiera un “sanador”, él debería reconocer lo que la otra persona le está reflejando y sanar su propio dolor, sin mezclar la resolución que cada uno pueda encontrar. Cuando no se hace esto, no es posible llevar al otro adonde uno nunca fue, por lo que se lo detiene en un nivel sin darle la oportunidad de avanzar por temor a los reflejos que ocasiona.
Tanto sea en personas “serviciales”, que terminan siendo serviles o agotadas por dar sin recibir (consecuencia permanente de esta conducta) o en aquellos dedicados a tratar con otros, debemos tener en cuenta este arquetipo constantemente y elaborar internamente la relación para honrarlo.
4 comentarios
Cuando real mente sientes que tienes el don de sanar a los demás.
debes hacerlo,debes dar sin esperar nada a cambio de la persona sanada,buscar su felicidad aunque sea lejos de ti.
el que tiene ese don aunque a los ojos de las personas parezca que esta solo,nunca lo esta y no necesita de una palmadita en la espalda o que le den las gracias,simplemente con cada persona que encauza hacia la felicidad el sanador crece y avanza en su propio camino.
un saludo.
pedro
Pedro, no tengo el don de sanar y la mayoría no lo tiene. Esto significa que debemos estar permanentemente conscientes de los reflejos y de nuestra vida interior para no proyectarla en los demás. Me alegra que tú no tengas ese problema.
Una abrazo.
Hola he leído los comentarios y me parece interesante.. Bueno yo pongo mí granito de arena con mi prójimo y invito a mis amigos a unirnos con ese apoyo.
De eso se trata, Rocío. Conociéndonos a nosotros mismos, sabemos cómo poner nuestro granito de arena, ayudándonos mutuamente.
Te mando un cariñoso abrazo.