En las ciudades, en el mundo industrializado, hemos perdido el contacto con la Naturaleza y el recordatorio constante de que la Vida tiene ritmo. Con la facilidad de la electricidad, podemos estar despiertos y conectados a aparatos el día entero, lo que nos hace creer que podemos manejar todo. No es así. Hay tiempo para crecer y tiempo para descansar y tiempo para crear lo nuevo. Hay tiempos lentos y tiempos rápidos. Hay tiempo para observar y tiempo para accionar. Hay tiempo para caminar y tiempo para caer al suelo y recargarse. Hay tiempo para vivir y tiempo para morir. Este bosque nos lo muestra.