Tribu, individuo, grupo: ¿qué concepción se maneja en cada uno?

Si bien hemos elegido nacer en determinada cultura, eso no debe constituir una limitación enajenante.

Estaba mirando un documental de Louis Theroux sobre “la familia más odiada de Estados Unidos” (unos ultraconservadores cristianos que crearon un culto) y le preguntó a un chico de unos diez años algunas cuestiones sobre los homosexuales (enemigos declarados de la secta).  A pesar de su corta edad, contestó con convicción y argumentos, de acuerdo a su atravesada concepción de la vida, por supuesto.  Era un ejemplo claro de los condicionamientos familiares, sociales y religiosos que todos tenemos.

El problema es que raramente nos detenemos a pensar en lo relativo que ellos son. Ese niño cree que así es el mundo… o que así debería de ser.  Cada uno en su lugar piensa lo mismo.  Pero, ¿y si hubiéramos nacido en otra parte, bajo otra cultura?  Es más, ¿nuestra propia cultura fue así siempre o defendía otros conceptos hace nada más que cien años?

Muchas veces, nos peleamos con personas, cercanas incluso, por nociones que ni siquiera son verdaderas para quienes las representan (como los políticos, por ejemplo).  Despreciamos culturas porque no las entendemos.  Creemos ser superiores porque nos alimentan ese prejuicio.  Denostamos a algunos porque “el otro” es el enemigo y generalmente ese malentendido fue puesto ahí para controlarnos.

tierra corazón

 

Nos llenamos la boca con la globalización pero seguimos pensando en términos de aldea.  Y no solo por la ubicación geográfica sino también por lo estrecho y expulsivo.  En una aldea, importa la tribu no el individuo.  Si uno tiene que morir o ser desterrado por el bien de la tribu, así será.  Ahora, se supone que estamos viviendo (en Occidente) el esplendor de la individualidad y es así (para algunas cosas, sobre todo el consumo).  Pero ese es solo un estadio intermedio.  El próximo es el grupo: individuos independientes con conciencia clara de sí mismos, unidos por propia decisión en objetivos de bien común.

Creo que es necesario reflexionar acerca de lo que creemos “normal” en la sociedad en la que vivimos y tratar de tener un pensamiento propio, integrado y universal, independiente de las manipulaciones políticas y mediáticas.  Si bien hemos elegido nacer en determinada cultura, eso no debe constituir una limitación enajenante.  Es el “sabor” dentro de un rica festín diverso y común.

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